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LA TERCERA EDAD
Por Hesperia Berenguer Tlustró Pitina
Por aquí, pasen por aquí: al box NO 1 los niños; las niñas, que no se olviden del mo- ño rosa. Por allí, al box NO..... y por ese otro lado al box NO 6, que pasen LAS VIE- JAS.
No, un momento, PAREN. .. Yo me bajo, ahí no entro. Por qué las viejas solas o en todo caso también con los viejos? . . . Por qué: Si el mundo es de todos y para todos. Juntos, juntos todos, viviendo y haciendo cosas entre todos. Porque, saben, yo tengo 60 años y voy a la facultad; me siento en banquitos chiquititos individuales, frente al profesor o profesora mucho más joven que yo, y tengo al lado a una chica y al costado a un muchachito. Y me tutean y otros se confunden y me tratan de señora, pero luego cuando tenemos exámenes somos todos iguales en la angustia, preguntándonos que es la incógnita número tres. Y todos estamos atentos a la explicación, a la exigencia al aburrimiento; y aprendemos casi igual y aplicaremos la ciencia enseñada bien o mal, cada uno en su estilo, no i.portando la edad en que recibiremos el título.
Y sí, tengo 60 años o un poquito más, pero qué importa el poquito si total, ya estoy en la “tercera edad”. Pero ando en bicicleta y estoy en un grupo feminista con chicas y mujeres jóvenes con las que nos reímos juntas y nos enojamos por igual y peleamos y vamos por la calle llevando pancartas de protesta. Y voy a ser abuela y estaré contenta, muy contenta cuando en febrero nazca la niñita o el niñito esperado.
Y seguiré otro año más en la facultad y me recibiré y tendré el ansiado título y lo festejaré igual que las jóvenes universitarias que hoy me acompañan en los banquitos in- dividuales.
Pero tengo que entrar en el Box No 6 donde se inscriben los que tienen 60 años. Por- que cuando se desea ingresar a algún grupo de recreación, de esos tan publicitados de “gente como uno”, preguntan primero los años que se tiene y de acuerdo a ello te man- dan al box respectivo. Y allí te programan juegos, cantos, bailes, paseos, todo lo que se considera adecuado para las apetencias de los de la “tercera edad”. No importa que sea un viejo o vieja estúpida, que piense como un caballo de calesita, o que sea una feminis- ta o una socialista. Nada de eso; ya no interesan las ideas, ni los pensamientos, ni los deseos. Lo único que importa es que se cumplieron 60 años, que son un anciano o an- ciana al que se le pone el cartelito “tercera edad”. No avance más; quédese ahí. Vd. ya No existe, ya no es más un ser pensante, anhelante, ambicioso de futuro.
Si las ideas de la respetable anciana son de “avanzada”, la mirarán como si estuviera _alterada mentalmente. Si dice algo ingenioso, exclamarán: “qué divina”; si va a alguna
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