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(¡Qué lo parió1)

por Mónica Torres

“.... esto significa que tiene que haber une autoridad en toda sociedad, y ésta es el hombre, para nosotros los cristianos, que tenemos a Cristo como cabeza de la Iglesia, como el. hombre lo es «e la mujer.”

Monseñor H. Bozzoli, arzobispo de Tucumán.

Desde la condena bíblica (que la Igle- sia Católica heredó del Génesis con todo entusiasmo) pasando por la Santísima Trinidad (en la que, si bien el término es femenino por una desgracia gramatical, las tres figu:as son masculinas) hasta la declaración que encabeza estas líneas, emitida en la Argentina en este año de Dios de 1985, a raíz del debate parla- mentario por las leyes de filiación y pa- tria potestad, parece que la Iglesia Cató- lica no nos quiere demasiado a las mu- jeres.

No estoy hablando de todos sus in- tegrantes y adeptos, mucho menos de su fundador, hubo y hay de todo en esa an- tigua y polifacética institución; pero en- tre ese todo hubo figuras muy prominen- tes que se despacharon a gusto sobre el tema (San Pablo, Santo Tomás de Aqui- no, etc.).

Pío XIL, a mediados de este siglo, dio varios mensajes destinados a describir de- talle la estructura de la familia cristiana,

la naturaleza fi ísica y síquica de la mujer, y qué deben ser para ella la virtud y la satisfacción. Resuitan sorprendentemen- te parecidos al texto milenario de Ecle- siástes ¡Y hay quien se queja de que veinte años no es nada!

Como es más reciente, y sobre todo más conciso, voy a citar a Pío XII: “... el oficio de la mujer, su manera, su inclina- ción innata, está en la maternidad...”. y como al pasar incluye en la inclinación innata el total de la tarea doméstica, Cu- riosamente la “inclinación innata” debe aprenderse (contradicciones de lo “natu- ral”), y en un mensaje de la misma firma y unos años anterior este hombre afiriaa que la hija de la mujer que “trabaja”:

    • _.. no hallará gusto ninguno en las aus-

teras ocupaciones domésticas, no sabrá comprender su nobleza y belleza...” Reconozco que tiene razón: mi madre trabajó toda su vida fuera de su casa y, como consecuencia, yo soy rotunda-

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