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EDITORIAL


En la lucha contra la discriminación de la mujer es significativa la aprobación, en la Cámara de Diputados de la refonma de la ex Ley de Patria Potestad (hoy Ley de autoridad de los padres sobre los hijos). Vieja aspiración Feminista desde 1940. ...

Nos llama la atencióh la magnitud de la resisténcia encontrada, que no guarda. re- lación con las modificaciones propuestas; puesto que la promulgación de esta ley _Mo provoca mayores alteraciones en la vida social argentina; apenas es un tibia pro- + “tección del aparato legal a situaciones que ya existían en la sociedad. Más claramente en la multitud de familias donde se dan relaciones conflictivas, no asombra la aproba- ción de esta ley; por el contrario, era un viejo reclamo para poner la más alta cuota de razonabilidad en la solución de problemas que el matrimonio no puede resolver per- judicando finalmente a un tercero, el hijo. Para las familias donde no existe conflicto, esta ley no altera en absoluto las relaciones interpersonales.

Desde el principio se dificultó su aprobación. Primero el desinterés o la falta de convicción para integrar el Quorum necesario. Luego la presión y la presencia de la iglesia que, sintiéndose como siempre vigía de la moral familiar, percibió que aún este pequeño cambio conllevaría otros; y así, pasando por encima de los verdaderos princi- pios del Cristianismo, “todas las criaturas están hechas a imagen y semejanza del Se- ñor”, se opuso a la igualdad de derecho de los padres con respecto a sus hij a la de los niños matrimoniales y extramatrimoniales, llamando a estos “hijos del pecado” y por lo tanto no merecedores del mismo trato. También Tradición, Familia y Propiedad ejerció presión con su solicitada en los diarios, donde se decía con respecto a la equiparación de los hijos extramatrimoniales: “¿acaso una ley podrá hacer blanco lo que es negro o una ley modificar la ley de Dios?. Si el congreso argentino tuviera el atrevimiento de sancionar semejante ley, debería propiciar de inmediato otra ley prohibiéndo la circulación en el país de la Sagradas Escrituras, porque éstas están Denas de palabras condenatorias al adulterio y que distinguen a los hijos legítimos de los bastardos”.

Estas presiones se sintieron en los discursos de los Diputados de la minoría, que pa- saron en la segunda sesión a ser claramente adversarios de la aprobación de la ley. Co- mo ejemplo vaya el discurso de Cristina Guzmán que el jueves 21 dice: “devemos rendir homenaje a las organizaciones que defienden los derechos de la mujer”: y en su siguiente alocución del miércoles 27, refiriendose al tema de filiación, expresa: en camino de la disolución de la familia, de los bebés de probeta, de los matrimonios de grupos, y lo que es aíin más grave, matrimonios del mismo sexo.”

Claramente se vieron dos posiciones en el Congreso. La Mayoría en su proyecto para una familia democrática, donde se compartieran derechos y obligaciones: “Bus- camos la equiparación de los Derechos de la mujer con los del hombre” (diputada Gómez Miranda), y el otro, el de la Minoría, por una familia autoritaria, con el hombre como jefe y sin permitir la participación del juez en caso de disenso: “sería inmiscuir al Juez en la privacidad”; “no podemos asentar una igualdad jurídica sobre una desi- gualdad biológica”; “siempre debe prevalecer la opinión del padre (diputado González Cabañas).

Por todo esto, las Feministas decidimos apoyar el proyecto de la Mayoría, que no cumple con todas nuestras pretensiones, porque somos conscientes de que el proyec- to de Minoría intentaba no cambiar nada.

Aún falta la aprobación final del Senado;allí estaremos otra vez con nuestra presen- cia. No ignoramos que las conquistas a lograr tocarán más profundamente las relacio- nes interpersonales, y que la lucha por nuestras indicaciones será áspera y dura, no exenta quizá de algún retroceso. Esperamos y enfrentamos con realismo esta situación.








Los epígrafes aparecidos en este número de Altemativa Feminista son las consignas que el Movimiento Feminista Y distintas agrupaciones llevaron en sus pancar'as el 8 de marzo.

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