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La Señora, casi estallando. - Tenga cuidado !

El Señor, conciliando. - Vamos, vamos, calma. Ana haga el té, y traigalo lo mas pronto posible.

Ana, dando la espalda á la Señora. - Está bien, señor. (Ana sale.)

La Señora, recalcando las palabras. - Echaré á esta muchacha ! Echaré á esta muchacha ! Manda mas que yo aquí?

El Señor. - ¿ Por qué quieres echar á esa muchacha?

La Señora. - ¿ Me tomas por una colegiala? ¿ Acaso no ,veo lo que pasa? (Levantando las manos al cielo.) Oh, madre mia! madre mia!

El Señor. - La! La!

La Señora. - Ah ! Los hombres no tienen corazón !

El Señor. - Convenido: los hombres no tienen corazón. Hé ahí un refrán que me has repetido algunas veces, alhaja mia.

La Señora. - Un refrán! (Pausa.) Escucha, Andrés. Hasta ahora he dado pruebas de una paciencia poco comun. Has deshecho desde el primer día todos mis sueños de doncella.

El Señor. - Ah! si volvemos á los sueños de doncella ...

La Señora (se echa sobre un canapé). - Dios mio ! qué he hecho al cielo para que? ..

El Señor. - ¿ Quiéres ser razonable, Juana? Déjame abrazarle, ahí, sobre tu pequeña cicatriz. (La besa en la nuca.) Heconozco el sitio ...

La Señora, suavizada súbitamente. - Grandísimo loco !

El Señor. - Tócame tu vals. ¿ Díme, te enojarás si enveneno tu salon ?

La Señora. - No. Fuma tus horribles cigarros. Oh ! eres tan seductor, cuando quieres!

El Señor. - Lo soy y lo seré siempre, mi alma bendita ! Tú eres la loca !

La Señora, se arroja sobre su Pleyel y toca el vals de Schulhoff con singular agilidad de dedos. - Fué en esta parte, no es verdad? Al entrar mamá me dijo: « Qué colores tienes, hija '? » Despues, - nunca te lo he dicho - añadió en voz baja: « Es atroz, chiquilla, pero estás muy colorada esta noche! » Si hubiera sabido ...

El Señor, realmente conmovida y besándola con ardor. - Querida mia! (Ana trae el té. La velada concluye de una manera tierna. El Señor, hácia las dos de la mañana, vuelve á su cuarto. A las diez de la mañana se levanta, se viste y toca la campanilla; Ana aparece.)

El Señor. - Vamos, Ana, esto es insoportable. Mirad mis botines. ¿ Están lustrados ? Os hago. juez de ello.

Ana. - Pero, señor, os juro que ...