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libro 2.º—capítulo iii.—§ 2.º

Tiene sus principios fundamentales, sus cumbres, y además sus verdades secundarias, accidentales, que por desconocerse, no alteran el conjunto. Toda ciencia tiene un número indefinido de cuestiones que se escapan al más experto; y sus líneas principales son las que debemos conocer. La cuestión es ver cuáles son las preferibles. Á esto corresponde la reducción de los cursos á capítulos elegidos (en la enseñanza superior).

§ 3.º Postergación de la enseñanza

Existe la preocupación errónea de que la enseñanza debe ser esencialmente reproductiva, una renta y no una carga del Estado.

La enseñanza debe ser desde luego una carga, tanto mayor cuanto más atrasada se halle una nación; pero que al fin llegará á constituir una renta, la más considerable de un Estado; aunque sus beneficios solo pueden apreciarse de una manera indirecta.

Las naciones poderosas y bien organizadas deben estos resultados á sus preferentes atenciones respecto á la ciencia. Puede afirmarse que hoy todas rivalizan por acrecentar y mantener cuidadosamente este instrumento de su prosperidad y de su poder, que trasciende á la vida individual y social.

Las necesidades de cada nación se satisfacen por los productos de su ciencia. Esta es una verdad tan conocida, que no es necesario insistir mucho en ella, para evidenciarla.

En mi disertación, Mecánica social [1], decía: «Opino que debemos considerar una Mecánica superior que versa sobre las accio es humanas, que se aplica á algo tan inmaterial como el punto matemático, al fondo inmaterial del espíritu humano; y que tiende á establecer estados de equilibrios y de movimientos en los dominios de la sociedad».

Al tratar de la energía potencial de la Naturaleza, añadía: «de análoga manera, los esfuerzos de los héroes y de los mártires del

  1. Dada en la Facultad de Ciencias el 1.º de Mayo de 1902, y publicada en el Diario de Avisos de Zaragoza.