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ALGO EN PROSA Y EN VERSO.

autores malignos ó sentimentales, hubo de ceder el cetro á la novela histórica, que la brillante pluma de sir Walter Scott trazó atrevidamente en nuestros días, abriendo un ancho campo, en donde los ingenios aventajados pudieran alcanzar nuevos laureles. Mas desgraciadamente para los que le siguieron, el descubridor de tan peregrina senda siguió por ella con paso tan denodado, que consiguió siempre dejar muy atrás á los que pugnaban por imitarle. Y estos, pretendiendo suplir con la exageración lo que les faltaba de ingenio, convirtieron muy luego en ridículas caricaturas, modelos por cierto más dignos de respeto.

¡Suerte lamentable de los grandes ingenios, la de verse seguidos por infinita turba de serviles imitadores, los cuales, abultando los defectos y no acertando á reproducir las bellezas naturales de su modelo, llegan á hacer insoportable hasta el género mismo de composición que aquél supo inventar ó ennoblecer!

Hemos observado á la novela fantástica ceder al peso de su propia exageración; vimos á la novela de costumbres reducida al estrecho límite de una fábula de amor, ó prostituida hasta el inmundo lodazal de las cárceles y zahurdas. Vemos, por último, á la novela histórica de Walter Scott, ridiculamente ataviada por sus