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RAMÓN DE MESONERO ROMANOS.

cual es, no tardó en caer en nuevos extremos, que llegaron á hacerla perder, en el concepto de los sabios, del alto puesto á que parecía destinada en el reino de las letras. Estos extremos fueron, por un lado el estilo picaresco, y por otro el estilo sentimental. Los que tuvieron por conveniente seguir el primero de estos estilos, viéronse precisados á escoger, por lo regular, para sus cuadros, argumentos tan viles, personajes tan groseros, que todas las sales del ingenio no fueran bastantes á borrar la repugnancia que tales actores y tales escenas debian producir en el ánimo del lector. Los que, por el contrario, se propusieron reducir la novela al estrecho límite de una fábula de amor, y describir el sentimentalismo de una pasión exagerada luchando contra la adversidad, ó corriendo frenética hacia una perfección inconcebible, hubieron de fingir para ello una sociedad tan ideal, de escoger caracteres tan falsos y adoptar un lenguaje tan exótico y plañidero, que nos parecería increíble hoy, á no haberlo todavía alcanzado á ver, que tan soporiferas composiciones fuesen un tiempo autorizadas por la moda y leidas con entusiasmo.

La novela de costumbres contemporáneas, bastardeada ya de esta manera, y desacreditada en la república de las letras, por culpa de los