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RAMÓN DE MESONERO ROMANOS.

hombres que pasaron; pero este mismo genio, cuando no se halla ayudado y desenvuelto por el estudio; cuando no se le sabe dirigir por la estrecha senda de la razón, llegaría á ser más bien un arma mortífera para las letras, un torrente devastador en que venga á peligrar hasta la misma virtud.

De aquí la razón por la cual es preciso no fiarse únicamente á aquel magnífico presente de la naturaleza, sino ayudándole con el apoyo del estudio, revistiéndole con las armas tutelares de la razón, á fin de que, por tan envidiable conjunto, pueda resultar el hombre superior capaz de cumplir el alto destino que la Providencia quiso señalarle: el de ilustrar á sus semejantes, y procurar la mejora de su condición y de su carácter.

Hubo un tiempo en que la sencillez de las costumbres y la ignorancia casi general en la especie humana, hicieron más fácil al escritor la noble tarea de reducir á doctrina el espíritu sublime de la filosofía y la virtud; un gracioso apólogo, un canto popular y sencillo, una lección moral, apenas disfrazada bajo una ligera acción; tales y tan inocentes medios pudieron bastar en la infancia de las sociedades para combatir el vicio, para interesar á los hombres y hacerles amable la virtud. Pero á medida que la