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sensible y la ilimitada cosecha que fecundizan una profunda sensibilidad y una imaginacion poderosa. Merced á esta fuerza creadora la pintura de paisage ha tomado un carácter que la convierte tambien en una especie de poesía de la Naturaleza. Si se estudia el desarrollo sucesivo de los árbo— les desde Anibal Carrachio y Pussino hasta Everdingen y Ruysdael, pasando por Claudio Lorenés, se comprende que estearte á pesar de su objeto, no está encadenadoal suelo. En estos grandes maestros no se aperciben los estrechos límites enque se hallaban encerrados; y sinembargo, preciso es reconocerlo, el ensanchamiento del horizonte, el conocimiento deformas mas grandes y mas nobles, el sentimiento de la vida voluptuosa y fecunda que anima el mundo tropical, ofrecen la doble ventaja de suministrar á la pintura de paisage mas ricos materiales, y de escitar mas activamente la sensibilidad y la imaginacion de artistas menos felizmente dotados.

Séame permitido recordar aquí las consideraciones que desenvolví, hace cerca de medio siglo en la obra titulada Cuadros de la naturaleza, consideraciones que se rela-cionan estrechamente con el asunto de que trato en este momento (26). El hombre que puede abarcar de una mirada la Naturaleza, hecha abstraccion de los fenómenos parciales, reconoce los progresos en cuya virtud se desarrollan su vida y fuerza orgánica, á medida que el calor aumenta desde los polos al ecuador. Este progreso es menos sensible aun desde el Norte de Europa hasta las costas del Mediterráneo, que desde la península Ibérica, la Italia meridional y la Grecia al mundo de los trópicos. Flora ha estendido su tapiz sobre la tierra desigualmente tejido; mas espeso en aquellos parajes en que el sol domina á la tierra desde mayor altura y brilla en el profundo azul del cielo ó en medio de vapores trasparentes, lo es menos en las sombrías regiones del Norte, donde la repentina vuelta de los hie-