E ró Bernadino de Saint-Pierre, y durante muchos años lo he repasado con mi compañero y amigo Bompland. Perdónenseme estas reminiscencias de impresiones puramente personales. Allí, mientras que brillaba en todo su esplendor el cielo del medio dia, 6 que en tiempo lluvioso á orillas del Orinoco resonaba el rayo iluminando el bosque, nos penetrábamosambosde la admirable verdad con que está representada, en tan corto númerode páginas, la poderosa naturaleza de los trópicos en todos sus rasgos originales. El mismo cuidado en los detalles, sin que se interrumpa nunca la impresion del conjunto, sin que jamás se fatigue la imaginacion del poeta, animando el asunto de que trata, caracteriza al autor de Atala, de René, de los Mártires y de los Viajes á Grecia y Palestina. En estascreaciones están reunidos y reproducidos con admirables colores todos los contrastes que puede presentar el paisaje, bajolas latitudes mas opuestas. Era necesario el sério interés que vá ligado á los recuerdos históricos, para dar á la vez tanta profundidad y calma á las impresiones que causaban al autor sus rápidas correrías por tan diferentes regiones.
En Alemania, como en España y en Italia, no se hamanifestado durante mucho tiempo el sentimiento de la Naturaleza sino bajo la forma artificial del idilio, de la novela pastoral y de la poesía didáctica. Esta senda es la que han seguido largo tiempo Pablo Flemming en su viaje 4 Persia, Brocles y el tierno Evaldo de Kleist, Hagedorn, Salomon Gressner y uno de los mayores naturalistas del mundo, Haller, cuyas descripciones de lugares tienen cuando menos contornos mas determinados y colores mas distintos. El falso gusto del idilio y de laelegíarernaba entonces, y esparcia sobre las composiciones poéticas una melancolía monótona. En todas aquellas producciones la feliz perfeccion del lenguaje no bastaba á disimular la 1nsuficiencia del asunto, ni aun en el mismo Voss, dotado