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sublime inspiracion, casl estraña al pasado, se torna llena de presentimientos hácia lo porvenir.
La poesía hebrea, aparte de su elevacion y profundidad, ofrece á las naciones del Occidente el singular atractivo de hallarse íntimamente ligada con recuerdos consagrados por tres grandes religiones: la religion mosáica, la cristiana y la mahometena. No son los pueblos de Europa los únicos cuya imaginacion se siente atraida por los recuerdos de los Santos Lugares; pues las misiones, favorecidas por el espíritu comercial y conquistador de los pueblos navegantes, han llevado los nombres geográficos y las descripciones del Oriente, tal y como nos los ha conservado el Antiguo Testamento, hasta el fondo de los bosques del Nuevo Mundo y á las islas del mar del Sud.
Uno de los caractéres distintivos de la poesía de la Na— turaleza entre los hebreos, es que, reflejo del monotelsmo, abraza siempre al mundo en imponente unidad, comprendiendo á la vez el globo terrestre y los luminosos espacios del cielo. Rara vez se detiene en los fenómenos aislados, y se complace en contemplar las masas. La Naturaleza no está representada en ella como poseyendo existencia aparte y merecedora de homenajes en virtud de su propia belleza, sino que siempre se aparece á los poetas hebreos en la relacion con el poder espiritual que la gobierna desde lo alto. La Naturaleza es para ellos una obra creada y ordenada, la espresion viviente de un Dios por todas partes presente en las maravillas del mundo sensible. Así, que á juzgar únicamente por su objeto, la poesía lírica de los hebreos debia ser Imponente y magestuosa; pero cuando trata de la condicion terrestre de la humanidad, es ademas sombria y melancólica. Es mu y notabletambien que esta poesía, á pesar de su grandeza y aun en medio del encanto de la música, jamás cae en las desmesuradas proporciones de la poesía india. Consagrada á la pura contemplacion de la divini-