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humano, absolvieron 4 la Naturaleza, y la restablecieron en sus antiguos derechos.

Hemos señalado hasta aquí las oposiciones que se manifestaron en las literaturas griega y latina, tan íntimamente unidas entre sí por otra parte, segun la diferencia de los tiempcs. Pero los contrastes que se producen en la manera de sentir no son únicamente consecuencia del tiempo ó de las revoluciones en cuya virtud los gobiernos, las costumbres y las religiones se transforman irresistiblemente, pues aun sorprenden mas los que ocasionan la variedad de las razas y su carácter originario. Véase si no la oposicion que se advierte en lo tocante al sentimiento de la Naturaleza y al color poético de las descripciones, entre los Griegos, los (rermanos del Norte, en las razas semíticas, los Persas y los Indios. Háse espresado muchas veces la opinion de que el amor de los pueblos del Norte á la Naturaleza, y el poderoso encanto que los atrae hácia las deliciosas campiñas de Grecia ó de Italia, y hácia las maravillosas riquezas de la vegetacion tropical, deben atribuirse principalmente á la privacion que esperimentan durante un largo invierno de todos los goces de aquella misma Naturaleza. Nonegamos que esta especie de ansia que lleva á los pueblos del Norte hácia el clima de las palmeras, no se debiliteá medida queseacercanal Mediodía de Francia, 6 de la península Ibérica; pero la denominacion comunmente tan usada y confirmada por la ciencia, de raza indogermánica, debe bastar por sí sola para guardarnos deatribuir efectos demasiado generales á la influencia del invierno en las regiones del Septentrion. Las innumerables produeciones de la poesía india nos enseñan que enel espacio eomprendido entre los trópicos y en las comarcas colindantes al Sud de la cadena del Himala ya, los bosques, siempre verdes y floridos, han escitado vivamente la imaginacion delos pueblos del Asia oriental, y que han sentido mayor vocacion