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mas profundo de su ser, se asocia á sus disposi. cues nativas y al libre desenvolvimiento de sus fuerzas 1ntelectuales y morales.

En medio de las terribles borrascas del año +0NS, encontró Ciceron algun consuelo en sus casas de campo, trasladándose alternativamente de Tusculany á Arpino, y de los alrededores de Ancio á los de Cumas. «Nada mas agradable, escribia á Atico (27), que esta soledad; nada mas belio que esta casa de campo (zelda), la ribera inmediata y la vista del mar.» Tambien escribia lo sinuiente desde la isla

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de Astura, á la embocadura del rio del mismo nombre en la costa del mar Tirreno: «Nadie me importuna aquí, v cuando desde por la mañana vo y á ocultarme en la espesura del salvage bosque, yano salgo de allíantes le anochecer. bespues de mi queridísimo Ático, nada amo tanto como la soledad; en ella no me comunico sino con las letras, y sin embargo, el llanto viene á interrumpir con frecuencia mis estudios. Combato el dolor cuanto puedo; pero la lucha es todavía superior á mis fuerzas.» Muchos críticos han ereido encontrar en estas cartas, asi como en las de Plinio, ura antic: pacion del acento del sentimentalismo moderno: pero yo solo veo en ellas la espresion de una profunda sensibilidad que en todos los tiempos y de todos los pueblos se escapa de los corazones dolorosamente cormovidos.

El conocimiento de las obras de Virgilio y de Horacio se halla tan generalmente estendido entre las personas un tarto iniciadas en la literatura latina, que seria supérfiuo tomar pasajes de ellaspara comprobar el tierno y vivo sentimiento de la Naturaleza que anima á alounas de sus composiciones. En la epopeya nacional le Viroilio, la deser: pcion del paisaje dehia de ser, segun la naturaleza misma de este género de poemas, un simple accesorio, y ocupar por consiguiente lugar reducido. En parte ninguna se advierte que el autor se haya empeñado en describir leterminados