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gía se ocupan de los animales con preferencia á las plan— tas. El Idilio á la primavera de Meleagro de Gádara es una bella composicion, y que pasa de las proporciones ordinarias (14).
La antigua celebridad del valle de Tempe nos obliga á mencionar aquí el cuadro que de este valle trazó Eliano, siguiendo indudablemente á Dicearco (15), y que es la mas completa de cuantas descripciones nos han trasmitido los prosistas griegos. Cuidaen ella el autor de la exactitud topográfica, sin olvidar por esto lus detalles pintorescos, animando el fresco valle con la presencia de una teoría quecoge las ramas del laurel sagrado. Mas tarde, desde fines del siglo IV, se multiplican los cuadros campestres en las novelas de los prosistas bizantinos, siendo tales cuadros uno de los atractivos principales de la novela pastoril de Longo (16), aunque las pinturas del amor naciente dejan todavía poco lugar al sentimiento mismo de la Naturaleza.
Me propongo simplemente en estas páginas, esclarecer con algunos ejemplos tomados de la literatura descriptiva, consideraciones generales sobre la contemplacion poética del mundo. Así, que habria ya abandonado el forido campo de la antigúedad griega, si creyese posible en un libro que me he atrevido á intitular Cosmos, pasar en sllencio el principio del tratado sobre el Mundo, falsamente atribuido 4 Aristóteles. El autor representa al globo «adornado con su lujosa vegetacion, fertilizado por innumerables Irrigaciones, y (cosa la mas maravillosa á su juicio) poblado de séres pensadores (17).» Tal abuso de la retórica, tan estraño al modo de esposicion, conciso y puramente científico, del filósofo de Estaglra, es uno delos numerosos argumentos que se hacen valer en contra de la autenticidad de dicha obra, que puede considerarse como de Crisipo (18), ó de Apule yo (19), ó de otro cualquiera á quien plazca atribuirla. Si bien no puede estimarse semejante descripcion como