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parentesco y de la union de la raza humana, la conciencia de los derechos comunes á todas las familias que la componen, tienen un orígen mas noble; están fundadas en las relaciones íntimas del corazon y en las convicciones religiosas. Al cristianismo, sobre todo, corresponde la gloria de haber hecho evidente la unidad del género humano, y de haber inculcado por este medio el sentimiento de la dignidad humana en las costumbres y en las instituciones de los pueblos. Aunque profundamente mezclada con los primeros dogmas cristianos, la idea de la humanidad prevaleció mu y lentamente, porque en tiempo, en que por motivos políticos, la nueva fé llegó á ser en Bizancio la religion del Estado, sus adeptos estaban ya empeñados en miserables querellas de partido, las comunicaciones lejanas entre los pueblos suspendidas, y los fundamentos del Imperio quebrantados por los ataques del esterior. Puede tambien decirse que la libertad personal de numerosas clasesno ha encontrado en los Estados cristianos durante mucho tiempo ningun apoyo en los poseedores de bienes eclesiásticos ni en las corporaciones religiosas.

Estos impedimentos estraños, y muchos otros que dificultan el progreso intelectual de la humanidad y la dignidad de la vida social, se desvanecen poco á poco. El principio de la libertad individual y de la libertad política tiene sus raices en la inquebrantable conviccion de una legitimidad igual entre todos los séres que componen la raza humana. La humanidad, como lo he dicho antes de ahora (72), se presenta bajo la forma de un vasto tronco fraternal, como un todo constituido para llegar á un fin único, que es el libre desenvolvimiento de la fuerza interior. Esta consideracion del destino humano y de los esfuerzos, ya estériles, ya triunfantes, por los cuales adelanta el hombre al cumplimiento de este destino, es una de las cosas mas propias para elevar y espiritualizar la vida del Universo, y no es de