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cepto del celoso botánico que ha recorrido el mundo, plantas cogidas sobre las Cordilleras ó en las llanuras de la India y secadas en el herbario, valen mas que las mismas especies vivientes que se han desarrollado en cualquiera de nuestras estufas de Europa. El cultivo borra algo del es rácter natural y originario; destruye en aquellas organizaciones oprimidas el libre desarrollo de las partes que las componen.
La forma y la fisonomía de los vegetales, los contrastes quenacen de su aproximacion, no son únicamente un asunto de observacion para el botánico y un medio de propagar el estudio de la Naturaleza; sino que pueden tambien ser de gran utilidad para el arreglo de los jardines, es decir, para el arte de preparar en ellos paisajes pintorescos. Resisto á la tentacion de hacer una escursion en este nuevo campo, aunque se encuentre casi en mi camino; me contentaré con hacer una observacion, y es: que así como al principio de este libro tuvimos ocasion de indicar las innumerables y profundas huellas que ha dejado el amor de la Naturaleza en la poesía de las razas semíticas, entre los pueblos de la India y del Iran, así tambien nos enseña la historia, desde la mas remota AE parques y jardines que atestiguan el mismo sentimiento en las regiones centrales y meridionales del Asia. Semíramis mandó disponer al pie del monte Bagistano, jardines que ha descrito Diodoro (28), y cuyo renombre era tal, que yendo de marcha Alejandro desde la ciudad de Celona á los prados de Nisa, creyó deber apartarse de su camino para visitarlos. Los parques de los reyes persas estaban adornados de cipreses, cuya forma piramidal recordaba la de la llama, y por esta razon fueron plantados despues del advenimiento de Zerduscht ó Zoroastro alrededor del santuario de los templos consagrados al fuego. (Quizá tambien esta forma fué la que dió vida á la leyenda que suponia á los cipreses