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las profundidades del cielo, se nos revela por los fenómenos luminosos; y puede decirse que la vista es el órgano de la contemplacion del Universo, y que el descubrimiento de la vision telescópica, que data apenas de dos siglos y medio, ha dotado á las generaciones actuales de una potencia de la cual todavía se ignoran los límites.

De las consideraciones que forman la ciencia del Cosmos, las primeras y mas generales tratan de la distribucion de la materia en los espacios, ó de la creacion, empleando la palabra que sirve de ordinario para designar el conjunto actual de los séres y los desarrollos sucesivos cuyo gérmen contienen aquellos. Y ante todo, veremos la materia, ya condensada en globos de magnitudes y de densidades muy diversas, animados de un doble movimiento de rotacion y de traslacion; ya diseminada en el espacio bajo la forma de nebulosidades fosforescentes.

Consideremos en primer lugar la materia cósmica esparcida en el cielo bajo formas mas ó menos determinadas, y en todos los estados posibles de agregacion. Cuando las nebulosas tienen cortas dimensiones aparentes, presentan el aspecto de pequeños discos circulares ó elípticos, ya aislados, ya pareados, y reunidos entonces alguna vez por un pequeño filete luminoso. Bajo mayores diámetros, la materia nebulosa toma las formas mas variadas: envia lejos en el espacio numerosas ramificaciones; se estiende en abanico, ó bien afecta la figura anular de contornos claramente determinados, con un espacio central oscuro. Créese que estas nebulosas sufren gradualmente cambios de forma, segun que la materia, obedeciendo á las leyes de la gravitacion, se condense alrededor de uno ó de muchos centros. Cerca de 2,500 de estas nebulosas que no han podido resolver en estrellas los mas poderosos telescopios, están ya clasificadas y determinadas relativamente á los lugares que ocupan en el cielo.