parte de los hombres no ven en la filosofía sino una sucesion de metéoros pasajeros, y si las grandes formas que ha revestido corren la suerte de los cometas, que el pueblo no coloca entre las obras eternas y permanentes de la naturaleza, sino entre las fugitivas apariciones de los vapores ígneos.» Apresurémonos á añadir que el abuso del pensamiento y las equivocadas sendas en que penetra, no pueden autorizar una opinion cujo efecto sería rebajar la inteligencia, á saber, que el mundo de las ideas no es por su naturaleza mas que un mundo de fantasmas y sueños, y que las riquezas acumuladas por laboriosas observaciones tienen en la filosofía una potencia enemiga que las amenaza. No es propio del espíritu que caracteriza nuestro tiempo el rechazar con desconfianza cualquier generalizacion de miras, cualquier intento de profundizar las cosas por la senda del raciocinio y de la induccion. Sería desconocer la dignidad de la naturaleza humana, y la importancia relativa de nuestras facultades, el condenar, ya la razon austera que se entrega á la investigacion de las causas y de su enlace, ya el vuelo de la imaginacion que precede á los descubrimientos y los suscita por su poder creador.
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