simple asociacion enciclopédica de las ciencias que acabamos de nombrar. La confusion entre conocimientos íntimamente relacionados, es tanto mayor, cuanto que desde hace ya siglos nos hemos acostumbrado á designar grupos de nociones empíricas por denominaciones ora escesivamente latas, ora muy limitadas, con relacion á las ideas que debian espresar. Estas denominaciones ofrecen además la gran desventaja de tener un diferente sentido en las lenguas de la antigüedad clásica de las cuales fueron tomadas. Los nombres de fisiología, física, historia natural, geología y geografía, nacieron y comenzaron á usarse habitualmente mucho antes de que hubiera ideas claras de la diversidad de los objetos que estas ciencias debian abrazar, es decir, antes de su recíproca limitacion. Es tal la influencia de una larga costumbre en las lenguas, que, en una de las naciones europeas mas avanzadas en civilizacion, la palabra física se aplica á la medicina, en tanto que la química técnica, la geología y la astronomía, ciencias puramente esperimentales, se cuentan entre los trabajos filosóficos de una Academia cuyo renombre es justamente universal.
Háse intentado con frecuencia, y casi siempre en vano, sustituir á las denominaciones antiguas, vagas indudablemente, pero en general comprendidas hoy, nuevos y mas adecuados nombres. Estos cambios han sido propuestos sobre todo por los que se han ocupado en la clasificacion general de los conocimientos humanos, desde la gran Enciclopédia (Margarita philosóphica) de Gregorio Reisch (19), prior de la Cartuja de Friburgo, á fines del siglo XV, hasta el canciller Bacon, desde Bacon hasta D' Alembert, y en estos últimos tiempos, hasta el físico sagacísimo Andrés María Ampere (20). La eleccion de una nomenclatura griega, poco apropiada, ha podido ser quizás mas perjudicial aun á esta última tentativa, que el abuso de