cencia de la viña durante los hielos tardíos de mayo, y despues de un invierno 2° tambien mas frio, es un elemento tan importante como puede serlo la época de la tarda maduracion de la uva, y la influencia de la luz solar directa y no difusa. La diferencia de que se habla en el testo, entre la temperatura verdadera superficial del suelo y los datos de un termómetro colocado á la sombra, ha sido estudiada por Dove, merced á observaciones recogidas durante quince años en un jardin de Chiswik, cerca de Londres. (Bericht. über die Verhandlungen der Ber. Acad. der Wissensch, agosto de 1844, p. 285).
^(97) Pág. 311.— Cf. mi tratado über die Hauptursachen der Temperatur vers chiedemheit auf der Erdobenflache, en las Mem. de la Acad. de Berlin, 1827, p. 311.
^(98) Pág. 312.—El suelo de la Siberia comprendido entre Tobolsk, Tomsk y Barnaul, desde el Altai hasta el mar Glacial, no es tan elevado como el de Manheim y Dresde, y aun el mismo Irkutsk situado al Este de Jenisei, está 13 mas bajo que Munich, siendo su altura la de 405 m.
^(99) Pág. 313.—Humboldt, Recueil d' Observations astronomiques, t. I. p. 126-140; Relation historique, t. I, p. 119, 141 y 227; Biot, en la Connaissance des temps para el ano 1841, p. 90-109.
^(100) Pág. 315.—Anglerius, de Rebus Oceanicis, dec. II, lib. II, p. 140 (ed. Col., 1574). En la Sierra de Santa Marta, cuyas mas altas cimas parecen esceder de 5800 m., uno de estos altos vértices lleva todavía el nombre de Pico de Gaira. Véase mi Relation histor., t. III, p. 214.
^(1) Pág. 316.—Véase mi tabla de las alturas de las nieves perpétuas en los dos hemisferios desde los 71° 14 de latitud boreal hasta los 50° 54' de latitud austral, en el Asie centrale, t. III, p. 360.
^(2) Pág. 317.—Darwin, Journal of the voyages of the Adventure and Beagle, p. 297. Como en esta época el volcan de Aconcagua no estaba en erupcion, la falta de las nieves (este fenómeno se presenta muchas veces en el Cotopaxi) no puede atribuirse á un calentamiento rápido del interior del cráter, ni á la emision de gases muy calientes á través de las hendiduras. (Gillies, en el Journal of Nat. Sciences, 1830, p. 316).
^(3) Pág. 318.—Véase mi Second Mémoire sur les Montagnes de l'Inde, en los Annales de Chimie et de Physique, t. XIV, p. 5-55, y Asie centrale, t. III, p. 281-327. Los mas hábiles y esperirmentados viajeros que han visitado