de que en la superficie y en las entrañas de la tierra, en las profendidades del mar y las de los cielos, aun despues de miles de años, «el espacio no faltará á los conquistadores científicos.» Este pesar de Alejandro (12) no podria aplicarse á los progresos de la observacion y de la inteligencia.
Las consideraciones generales, bien sea que tengan relacion con la materia aglomerada en cuerpos celestes ó con la distribucion geográfica de los organismos terrestres, no solo son mas atractivas por sí mismas, que los estudios especiales, sino que ofrecen tambien grandes ventajas á los que no pueden emplear mucho tiempo en este género de ocupaciones. Las diferentes ramas de la Historia natural ni son accesibles mas que á ciertas posiciones de la vida social, ni presentan el mismo encanto en toda estacion ni bajo todo clima. En las zonas inhospitalarias del Norte estamos privados durante largo tiempo del espectáculo que ofrecen á nuestras miradas las fuerzas productivas de la naturaleza orgánica; y si nuestro interés está limitado á una clase de objetos, los mas animados cuentos de los viajeros que han recorrido los paises lejanos, no tendrán atractivo alguno para nosotros, á menos que se refieran á los mismos objetos de nuestra predileccion.
De igual manera que la historia de los pueblos (si pudiese elevarse siempre con éxito á las verdaderas causas de los acontecimientos) llegaria á resolver el eterno enigma de las oscilaciones que esperimenta el movimiento sucesivamente progresivo ó retrógrado de la sociedad humana; asi tambien, la descripcion física del mundo, la ciencia del Cosmos, si estuviese concebida por una alta inteligencia, y fundada sobre el conocimiento de todo lo que se ha descubierto hasta una época dada, haria desaparecer una parte de las contradicciones que parece ofrecer á primera vista la complicacion de los fenómenos, y que descansan en una multitud de perturbaciones simultáneas. El conocimiento