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Véase Leopoldo de Buch, Canarische Inselu, p. 419: Reinwardt y Hoffman, en los Annalen de Poggendorff, t. XII, p. 607.

^(19)  Pág. 211.—Véase la comparacion de mis medidas con las de Saussure y del conde Minto, en las Mémoires de l'Acadèmie des Sciences de Berlin, 1822, y 1823, p. 30.

^(20)  Pág. 212.— Pimelodes Cyclopum. Véase Humboldt, Recueil d'Observations de Zoologie et d'Anatomie comparée, t. I, p. 21-25.

^(21)  Pág. 214.—Leopoldo de Buch, en los Annalen de Poggend., t. XXXVII, p. 179.

^(22)  Pág. 214.—Sobre la formacion del hierro especular en las masas volcánicas, véase Mitscherlich, en los Annalen de Poggend., t. XV, p. 630. Sobre el desprendimiento del gas ácido hidroclórico en los cráteres, véase Gay-Lussac, en los Annales de Chimie et de Phys., t. XXII, p. 423.

^(23)  Pág. 216.—Véanse las preciosas investigaciones de Bischof acerca del enfriamiento de las masas petreas, en Wärmelehre, etc., p. 384, 443, 500-512.

^(24)  Pág. 216.—Véanse Berzelius y Wœhler, en los Annalen de Poggend., t. I, p. 221, y t. XI. p. 146; Gay-Lussac, en los Annales de Chimie, tomo XXII, p. 422; Bischof, Reasons against the Chemical Theory of Volcanoes, en la edicion inglesa de Wärmelehere, p. 297-309.

^(25)  Pág. 218.—Segun las ideas geognósticas de Platon, tales como nos las presenta en su Phædo, el Pyriphlegéthon, jugaba, con relacion á la actividad volcánica, casi el mismo papel que el calórico interno de la tierra y el estado de fusion de las capas profundas en nuestras ideas actuales (Phædon, ed Ast., p. 603 y 607; Annot, p. 808 y 817). «Existen en el interior de la tierra y á su alrededor, conductos subterráneos de diversas magnitudes, por donde el agua corre en abundancia; y asimismo fuego y corrientes de fango líquido mas ó menos impuro, semejantes á los torrentes de lodo que preceden en los volcanes de Sicilia á las erupciones ígneas, y cubren, como estas últimas, todo el terreno situado á su paso. El Pyriphlegéthon se vierte en un inmenso espacio lleno de fuego ardiente y activo; forma allí un lago mayor que nuestro mar, en cuyo lago el agua y el fango están constantemente en ebullicion; y sale en seguida de aquel espacio, describiendo con sus turbias y fangosas aguas, un círculo al rededor de la tierra.» Tan convencido se hallaba Platon de que este rio de tierra fundida y de fango, era la fuente general de los fe-