bre las palabras δοϰός, δοϰίας, δοϰίτης, véase Schœffer, Schol. Par. Apoll. Rhod., 1813, t. II, p. 206; Seudo-Aristóteles, de Mundo, 2, 9; Comment. Alex., Joh. Philop. et Olymp. in Aristot. Meteor., t. I, c. 7, 3 p. 195. ed. Ideler; Séneca, Natur. Quæst., t. I, c, 1.
^(93) Pág. 125 Humboldt, Monuments des peuples indigénes de l'Amerique, t. II, p. 301. Este rarísimo manuscrito, proviene de la biblioteca de Letellier, arzobispo de Reims; contiene numerosos pasages sacados de un ritual azteca, de un calendario astrológico y de anales históricos que se estienden desde 1197 á 1549, los cuales transcriben á un tiempo los fenómenos naturales, la fecha de los terremotos, la aparicion de los cometas, los de los años 1490 y 1529, por ejemplo, y numerosos eclipses de sol muy importantes para la cronología mejicana. En el manuscrito de Camargo, Historia de Tlascala, llámase á la luz que ascendia desde el horizonte occidental hasta casi el zénit «chispeante y como sembrada de estrellas muy unidas.» Esta descripcion de un fenómeno que duró cuarenta días, no puede aplicarse en manera alguna alas erupciones del Popocatepetl, volcan situado a muy poca distancia en direccion del S.—E. (Prescott, Hist. of the Conquest of Mexico, t. I, p. 284). Comentadores mas recientes han comprendido esta aparicion, en la que veia Motezuma el presagio de alguna gran desventura, con la «estrella que humeaba» (mas propio; que centelleaba; en mejicano choloa, chispear y centellear). Por lo que respecta á la conexion de este vapor con la estrella Citlal Choloa (Venus) y con el Monte de la Estrella (Citlaltepetl, ó el volcan de Orizaba), véase mi obra sobre los Monuments des peuples indig. de l'Amérique, t. II, p. 303.
^(94) Pág. 125.—Laplace, Expos. du Système du Monde, p. 270; Mecanique celeste, t. II, p. 169 y 171. Schubert, Astron., t. III, § 206.
^(95) Pág. 126.—Arago, Annuaire de 1842, p. 408. Cf. las consideraciones desarrolladas por sir John Herschell, acerca de la pequeñez del volúmen y del brillo de las nebulosas planetarias, en la obra de Mary Sommerville, Connexion of the phys. Sciencies, 1835, p. 108. La idea de que el Sol es una estrella nebulosa, cuya atmósfera diera lugar al fenómeno de la luz zodiacal, no fué emitida por Dominico Cassini y sí por Mairan en 1731 (Traité de l' Aurore boreale, p. 47 y 263; Arago en el Annuaire de 1842, p. 412). Esta idea no es mas que una reproduccion de otra de Keplero.
^(96) Pág. 126.—Con objeto de esplicar la forma de la luz zodiacal, recurrió Dominico Cassini, como lo hicieron mas tarde Laplace, Schubert y Poisson, á la hipótesis de un anillo aislado. Dice así: «Si las órbitas de Mercurio y de Venus fueran visibles (materialmente en toda la esten-