largo periodo, declara él que los cometas son simples meteoros pasajeros, que nacen y se disipan en nuestra atmósfera. De la escuela de Pitágoras, estas ideas, cuyo origen se remonta á los Caldeos segun Apolonio de Mynda, llegaron á los Romanos que se limitaron á reproducirlas, como hacian con todo. Apolonio, al describir las órbitas de los cometas dice, que penetran profundamente en las regiones superiores del cielo; sobre esto, Séneca se espresa como sigue (Natur. Quæst. l. VII. c. 17); «Cometes non est species falsa, sed proprium sidus, sicut Solis et Lunæ: altiora mundi secat et tune demum apparet quum in imum cursum sui venit.» Añade (l. VII, c. 27): «Cometas æternos esse et sortis ejusdem cujus cœtera (sidera), etiamsi faciem illis non habent similem. Plinio (II, 25) hace igualmente alusion alas ideas de Apolonio de Mynda cuando dice: «Sunt qui et hæc sidera perpetua esse credant suoque ambitu ire, sed non nisi relicta á Sole cerni.»
^(49) Pág. 93.— Olbers, en las Astron. Nachrichten. 1828, p. 157 y 184. Arago, de la Constitution physique des Cométes, Annuaire de 1832, p. 203-208. Ya los antiguos habian notado que penetra nuestra vista al través de los cometas lo mismo que al través de una llama. La observacion mas antigua de estrellas que han permanecido visibles, á pesar de la interposicion de un cometa, se remonta á Demócrito (Aristóteles, Meteor., l. I, c. 6). Este hecho ha dado ocasion a Aristóteles para referir que él mismo habia observado la ocultacion de una estrella de Geminis, á causa de la interposicion de Júpiter. Séneca ha dicho: «Se ven las estrellas al través de un cométa lo mismo que al través de una nube.» (Nat. Quæst. l. VII, c. 18); en realidad, estas palabras no deben referirse al cuerpo del cometa, sino solamente á su cola, pues el mismo Séneca añade (l. VII, c. 26): «Non in eaparte qua sidus ipsum est spissi et solidi ignis, sed qua rarus splendor occurrit et in crines dispergitur. Per intervalla ignium non per ipsos vides.» Esta última restricion es supérflua; toda vez que puede verse á través de una llama cuyo espesor no sea muy considerable. Galileo no lo ignoraba y acerca de este particular hizo investigaciones las cuales cita en el Saggiatore (Lettera á Monsignor Cesarini, 1619.)
^(50) Pág. 93.—Bessel, en las Astron. Nachrichten, 1836, n.° 301, p. 204-206. Struve, en el Recueil des Mém. de l'Acad. de Saint-Pétersbourg, 1836. p. 140-143, y en las Astron. Nachrichten, 1836, n.° 303, p. 238. «En Dorpat, la estrella que se hallaba en conjuncion con el cometa, distaba solo 2", 2 del punto mas brillante del núcleo. La estrella no dejó de ser visible; su luz no pareció debilitarse siquiera, en tanto que el núcleo del cometa fué como eclipsado por el brillo mas intenso de la estrella que sin embargo no era mas que de 9.ª ó 10.ª, magnitud.»
^(51) Pág. 94.—Las primeras investigaciones en que Arago hizo uso