acostumbrados á juzgar por la configuracion general del terreno. Con demasiada frecuencia se han confundido hasta ahora las simples evaluaciones con medidas efectivas, y la altura de los picos aislados con la de las mesetas que los rodean. (Consúltense las ingeniosas observaciones sobre la hipsometría, de Carl Zimmermann, en su geographische Analyse der Karte von Inner-Asien, 1841, p. 98). Lord hace notar la diferencia que presentan las dos vertientes del Himalaya y las de la cordillera alpina del Hindoukouch, con respecto á los límites de las nieves perpétuas. «En esta última cadena, dice, la meseta está situada al Sur, y por consiguiente la altura de las nieves es mayor en la vertiente meridional; lo contrario tiene lugar en el Himalaya, que está limitado al Sur por terrenos cálidos, como el Hindoukouch lo está al Norte." Los datos hipsometricos de que tratamos aquí, necesitan ciertamente una revision crítica respecto á los detalles; bastan sin embargo, para establecer el hecho capital de que la admirable configuracion del terreno del Asia central ofrece á la especie humana todo lo que es necesario para su desarrollo: habitacion, alimento y combustible, y esto á una altura sobre el nivel del mar tal, que á la misma en cualquier otro paraje no encontramos mas que nieves perpétuas. Esceptuemos sin embargo la árida Bolivia en que tan raras son las nieves: Pentland, en 1838, fijó su límite á una altura media de 4775 m. entre los 16 y 17° ¾ de latitud austral. Las medidas barométricas de Victor Jacquemont, víctima prematura de un ardor noble é infatigable, han confirmado de la manera mas completa la opinion que yo habia emitido sobre la diferencia de las dos vertientes del Himalaya, en lo relativo á la altura de las nieves. (Véase su correspondencia durante su viaje á la India, 1828-1832, libro XXIII, p. 290, 296, 299). «Las nieves perpétuas, dice Jacquemont, descienden mas en la pendiente meridional que en las pendientes septentrionales, y su limíte se eleva constantemente á medida que nos alejamos hácia el Norte, de la cordillera que rodea la India. En la garganta de Kioubrong, á 5581 m. de altura, segun el capitán Gerard, me hallaba todavía muy por debajo del límite de las nieves perpétuas, que creo será en esta parte del Himalaya de 6000 m.» (Valuacion muy exagerada). «Cualquiera que sea la altura á que se ascienda en la pendiente meridional del Himalaya, añade este viajero, siempre conserva el clima el mismo carácter, ig-uales estaciones que en las llanuras de la India; el solsticio de verano produce lluvias no interrumpidas hasta el equinoccio de otoño. Pero desde Cachemira, cuya altura calculo ser de 5350 pies ingleses (1630 m., casi la altura de las ciudades de Méjico y de Popayan), comienza un nuevo clima en un todo diferente.» (Correspond. de Jacquemont, t. II, p. 58 y 74). El aire caliente y húmedo del mar, llevado por los monzones á través de las llanuras de la India, llega y se detiene en las pendientes avanzadas del Himalaya, segun la ingeniosa observacion de Leopoldo de Buch, y no se esparce por las regiones ti-
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