ideas personales en este punto difieren de las de varios amigos mios, botánicos distinguidos de Alemania. Lo que caracteriza á mi juicio las floras de la meseta de Méjico, de Nueva Granada y de Quito, las de la Rusia europea y del Asia septentrional, no es la superioridad numérica de las especies cuya reunion constituye una ó dos familias, sino las relaciones complejas que nacen de la coexistencia de un gran número de familias y de la cantidad relativa de sus especies. Indudablemente las gramíneas y las ciperáceas predominan en las praderas y en las estepas, como los árboles de raices arqueadas, las cupulíferas y las betulíneas, reinan en los bosques del Norte; mas este predominio de ciertas formas es puramente de apariencia, decepcion producida por el aspecto particular de las plantas sociales. El norte de la Europa y la zona sibérica situada al norte del Altai, no merecen con mas razon el título de regiones de las gramíneas y de las coníferas, que las inmensas llanuras situadas entre el Orinoco y la cadena de Caracas, ó que los pinares de Méjico. La asociacion de las formas vegetales, que pueden reemplazarse en parte mútuamente, su importancia numérica relativa y su modo de agruparse, es lo que hace que la naturaleza vegetal revista á nuestros ojos el carácter de variedad y riqueza, ó el de la pobreza y la uniformidad.
Despues de haber tomado por punto de partida de estas rápidas consideraciones sobre los fenómenos de la organizacion, la simple célula (31), primera manifestacion de la vida, he debido llegar á formas mas y mas elevadas en la série ascendente de los séres. «Algunas granulaciones mucilaginosas producen al yustaponerse un citoblasto de figura determinada, al que luego rodea un saco membranoso que constituye definitivamente la célula cerrada y aislada.» Este primer trabajo de la organizacion puede haber sido provocado por la produccion anterior de otra célula ya aca-