considerarse bajo el punto de vista de la variedad y del número relativo de las formas típicas, en cuyo caso investiga el modo de distribuirse en el espacio los géneros y las especies. Podemos estudiarla tambien respecto del número de individuos de que cada especie se compone en una superficie dada; y bajo este último punto de vista es esencial distinguir, tanto para las plantas como para los animales, entre la vida aislada y la vida social. Las especies á que yo he dado el nombre de plantas sociales (27) cubren uniformemente grandes estensiones de terreno: á ellas pertenecen un gran número de plantas marinas; las cladonias y los musgos que crecen en las estepas del Asia septentrional; los céspedes y las cácteas que se desarrollan reunidas como los tubos de un órgano; las avicenias y las manglas en las regiones tropicales, y los bosques de coníferas y abedules en el litoral del Báltico y en las llanuras de la Siberia. Este modo especial de distribucion geográfica, unido al aspecto de los vegetales, á su magnitud, á la forma de las hojas y de las flores, constituye el principal rasgo del carácter de una region cualquiera (28). La vida animal, á pesar de su variedad y su aptitud para producir en nosotros sentimientos de simpatía ó de repulsion, presenta, lo repetimos, un aspecto sobrado móvil y fugaz para influir eficazmente sobre la fisonomía de un pais, siéndole por consiguiente casi estraño. Los pueblos agrícolas aumentan artificialmente el dominio de las plantas sociales, dando así el aspecto de una naturaleza uniforme á regiones enteras de las zonas templadas y de la zona boreal; con su trabajo hacen desaparecer las plantas silvestres, pero propagan otras sin saberlo, porque hay ciertas plantas que siguen al hombre hasta en sus mas lejanas emigraciones. La zona tropical resiste con mas energía que ninguna otra á estos esfuerzos que tienden imperiosamente á modificar el órden establecido en la creacion.
La idea de una distribucion regular de las formas ve-