tas que viven por grupos, como la menuda aralia, los thibaudes y la andrómeda de hojas de mirto. La rosa alpina de los Andes, la magnífica befarla, forma un cinturon purpurino al rededor de los salientes picos. Poco á poco en la region fria de los Páramos, espuesta á la perpétua tormenta de los huracanes y de los vientos, desaparecen los arbustos ramosos y las vellosas yerbas, constantemente cargadas de grandes corolas de variados matices. Las plantas monocotiledones de delgada espiga, cubren uniformemente el suelo; tal es la zona de las gramíneas. La sábana que se estiende sobre inmensas mesetas, refleja en la pendiente de las Cordilleras una luz amarillenta, casi dorada en lontananza, y sirve de pasto á los llamas y al ganado introducido por los colonos europeos. Donde quiera que la roca desnuda de traquito toca al césped y se eleva en capas de aire que creemos las menos cargadas de ácido carbónico, las únicas plantas de una organizacion inferior, líquenes, lecídeas y el polvo coloreado de la lepraria, se desarrollan en manchas orbiculares. Islotes de nieve esporádica recientemente caida, variables de forma y de estension, detienen los últimos y débiles desenvolvimientos de la vida vegetal. A estos islotes esporádicos siguen las nieves perpétuas, cuya altura es constante y fácil de determinar, á causa de la muy pequeña oscilacion que sufre su límite inferior. Las fuerzas elásticas que residen en el interior de nuestro globo trabajan, frecuentemente en vano, para quebrar esas campanas ó cúpulas redondeadas,, que resplandecientes con la blancura de las nieves perpétuas, dominan la espalda de las Cordilleras. Allí donde las fuerzas subterráneas han logrado, sea por cráteres circulares, sea por largas grietas, abrir comunicaciones permanentes con la atmósfera, producen con gran frecuencia, escorias inflamadas, vapores de agua y de azufre hidratado, miasmas de ácido carbónico, y rara vez corrientes de lava.
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