el lado del Oeste, una corriente de aire frio, denso y seco rechaza á la vez aire caliente, ligero y húmedo, en tanto que por la parte opuesta esta última corriente es la que repele á la primera. La corriente del Sud-Oeste no es mas que una desviacion de la corriente ecuatorial, y la corriente del Nordeste es la única corriente polar reinante.»
Si algunas regiones intertropicales donde jamás cae lluvia ni rocío y cuyo cielo permanece completamente despejado durante cinco y aun siete meses, nos ofrecen, no obstante, árboles cubiertos de fresco y gracioso verdor, débense indudablemente á que las partes apendiculares (las hojas) poseen la facultad de absorber el agua de la atmósfera por un acto particular á la vida orgánica, independientemente de la disminucion de temperatura que produce la irradiacion. Las áridas llanuras de Cumana, de Coro y de Ceara (Brasil septentrional), que no humedece jamás la lluvia, contrastan con otras comarcas intertropicales en donde llueve con abundancia. En la Habana, por ejemplo, Ramon de la Sagra ha deducido de seis años de observaciones, que caen al año, por término medio, 2,761 milímetros de agua, es decir, cuatro ó cinco veces mas que en París y Ginebra (5). En la vertiente de la cadena de los Andes, la cantidad de lluvia anual decrece como la temperatura, á medida que la altura aumenta (6). Caldas, uno de mis compañeros de viaje en la América del Sud, notó que en Santa Fé de Bogotá (2,600 metros de altura), la cantidad anual de agua no escede de 1,000 milímetros; siendo por esto allí menos abundante que en ciertos puntos de las costas occidentales de la Europa. Boussingault, ha visto muchas veces en Quito retrogradar el higrómetro de Saussure hasta 26°, para una temperatura de 12 á 13°, Gay-Lussac en su célebre ascension aerostática hizo marcar al mismo instrumento 25°, 3 en capas de aire situadas á 2,100 metros de altura. Pero la mayor sequedad que se ha observado hasta aquí