las causas de los fenómenos, asignando á cada uno de dichos elementos, que concurren á formar la impresion total, un carácter individual. De aquí resulta que en la esfera de la ciencia como en la de la poesía y la pintura de paisaje, la descripcion de los parajes y los cuadros que hablan á la imaginacion tienen tanta major verdad y vida, cuanto mas determinados están sus rasgos característicos.
Si las regiones de la zona tórrida, por su riqueza orgánica y su abundante fecundidad hacen brotar las mas profundas emociones, ofrecen tambien la inapreciable ventaja de enseñar al hombre en la uniformidad de las variaciones de la atmósfera y del desarrollo de las fuerzas vitales, en los contrastes de los climas y de vegetacion que nacen de la diferencia de alturas, la invariabilidad de las leyes que rigen los movimientos celestes, reflejada, por decirlo así, en los fenómenos terrestres. Séame permitido detenerme algunos instantes en las pruebas de esta regularidad, que puede hasta sujetarse á escalas y á evaluaciones numéricas.
En los llanos ardientes que se elevan poco sobre el nivel de los mares, reina la familia de los bananeros, cycas, y palmeras, cuyas especies, incluidas en las floras de las regiones tropicales, se han multiplicado maravillosamente en nuestros dias por el celo de los viajeros botánicos. A estos grupos siguen, sobre la pendiente de las Cordilleras, en lo alto de los valles ó en grietas húmedas y sombrías, los helechos arbóreos y el quino que produce la corteza anti-febril. Los gruesos troncos cilíndricos de los helechos projectan sobre el azul turquí del cielo el lozano verdor de un follaje delicadamente dentado. En el quino la corteza es tanto mas saludable cuanto mas frecuentemente está bañada y refrescada la cima del árbol, por las lijeras nieblas que forman la capa superior de las nubes materialmente descansando sobre aquellas llanuras. En el límite donde acaba la region de los bosques, florecen en largas bandas, plan-