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interesante Diario de viaje, que nuestros bosques terrestres no abrigan, ni con mucho, tantos animales como los del Océano; que el mar tiene tambien sus bosques compuestos por las largas yerbas marinas que crecen en los bajíos, ó por flotantes bancos de fucos arrancados por las corrientes y las olas, cuyas ramas desunidas suben hasta la superficie por causa de sus células que el aire hincha. La admiracion que produce la profusion de las formas orgánicas en el Océano, se acrecienta cuando se usa el microscopio, porque se reconoce entonces que el movimiento y la vida lo han invadido todo. A profundidades que esceden en altura á las mas poderosas cadenas de montañas, cada capa de agua está animada por poligástricos, ciclidias y ofridinas: pululan allí los animalillos fosforescentes, los mammarios del órden de los acalefos, los crustáceos, los peridinios y las nereidas, cuyos innumerables enjambres salen á la superficie por ciertas circunstancias meteorológicas, y transforman entonces cada ola en espuma luminosa. La abundancia de estos pequeños séres vivientes es tal, y tal la cantidad de materia animal que resulta de su rápida descomposicion, que el agua del mar se convierte en verdadero líquido nutritivo para animales mucho mayores.

El mar no ofrece, ciertamente, fenómeno alguno mas digno de ocupar la imaginacion, que ese lujo de formas animadas, esa afinidad de séres microscópicos, cuya organizacion, no por pertenecer á un órden inferior, es menos delicada y variada; pero tambien origina otras emociones mas profundas, y casi me atreveria á decir mas solemnes, por la inmensidad del cuadro que desarrolla á la vista del navegante. Aquel que aspira á crear dentro de sí mismo un mundo aparte donde pueda ejercerse libremente la actividad espontánea de su alma, se siente lleno de la idea sublime de lo infinito al aspecto de un mar sin orillas, donde su mirada busca principalmente los lejanos horizontes; allá el