riente, y su resultado se diferencia tan solo en 118 del que yo deduje de esperimentos mas antiguos (10 millas marinas de 1856 metros cada 24 horas) (69). Cristóbal Colon reconoció la existencia de esta corriente en su tercer viaje (el primero en que intentó llegar á las regiones tropicales por el meridiano de las Canarias), pues en su libro se ve lo que sigue (70): «Tengo por cierto que las aguas del mar se mueven como el cielo, de Este á Oeste, (las aguas van con los cielos)» es decir, segun el movimiento diurno aparente, del Sol, de la Luna y de todos los astros.
Las corrientes, verdaderos rios que surcan los mares, son de dos especies: llevan las unas las aguas calientes hácia las altas latitudes, y traen las otras las aguas frias hácia el Ecuador. La famosa corriente del Océano Atlántico, el Gulf Stream (71), reconocida ya en el siglo XVI por Angleria (72) y sobre todo por sir Humfry y Gilbert, pertenece á la primera clase. Hácia el Sud del cabo de Buena-Esperanza es necesario buscar el orígen y los primeros indicios de esta corriente; penetra de allí en el mar de las Antillas, recorre el golfo de Méjico, desemboca por el estrecho de Bahama, y luego en direccion del Sud-sudoeste al Nor-noroeste se aleja mas y mas del litoral de los Estados-Unidos, se ladea hácia el Este en el banco de Terranova, y vá á tocar las costas de Irlanda, de las Hébridas y de la Noruega, á donde arrastra granos tropicales (Mimosa Scandens, Guilandina bonduc, Dolichos urens). Su prolongacion del Nord-este recalienta las aguas del mar y ejerce su benéfica influencia hasta en el clima del promontorio septentrional de la Escandinavia. Al Este del banco de Terranova, el Gulf Stream se bifurca, y envía, no lejos de las Azores, una segunda rama hácia el Sud (73), en el cual se encuentra el mar de las Sargasas, inmenso banco de plantas marinas (Fucus natans, una de las mas estendidas entre las plantas sociales del Océano), que impresionó tanto