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y como la salazon de los mares hace que baje el grado termométrico correspondiente á aquel máximum, se comprende fácilmente por qué el agua del mar sacada á grandes profundidades, durante los viajes de Kotzebue y de Dupetit-Thonars, no acusa en el termómetro mas que 2° 8 y 2° 5. Esta temperatura casi glacial, reina aun en los abismos de los mares intertropicales, y ha dado á conocer las corrientes inferiores que se dirigen desde los dos polos hacia el ecuador; porque si en efecto, esta doble corriente sub-marina no existiese, el calor de las capas profundas no descenderia nunca del minimum de temperatura de las capas aéreas que descansan inmediatamente sobre el mar. El Mediterráneo no presenta, es cierto, gran disminucion de calórico en sus capas mas hondas; pero Arago ha hecho desaparecer toda la dificultad de este asunto, demostrando que en el estrecho de Gibraltar, donde las aguas del Océano Atlántico producen una corriente superficial dirigida de Oeste á Este, hay una contra corriente inferior que vierte las aguas del Mediterráneo en el gran Océano, y se opone á la introduccion de la corriente polar inferior.

En la zona tórrida, sobre todo en los paralelos comprendidos entre el grado 10, al Norte y al Sud del Ecuador, la envuelta líquida de nuestro planeta goza lejos de las costas y de las corrientes de una temperatura que permanece singularmente constante y uniforme en miles de miriámetros cuadrados (63). Háse deducido de aquí con razon, que la manera mas sencilla de acometer la solucion del gran problema tantas veces agitado, de la invariabilidad de los climas y del calórico terrestre, seria someter la temperatura de los mares tropicales á una larga série de observaciones (64). Si sobreviniese en el disco del Sol alguna gran revolucion bastante duradera, se reflejarian sus efectos en las variaciones del calor medio del mar, con mas seguridad aun que en la de las temperaturas medias de la tierra firme.