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de tal suerte,, que las licopoditas y ciertos helechos ocupan una capa, y las estigmarias y las sigilarías otra distinta. Para formar idea del grado de desarrollo que la vida vegetal habia tomado en el mundo primitivo, y de la masa de vegetales acumulados en ciertos lugares por corrientes y transformados luego en carbon por la via húmeda (26), conviene recordar que en las minas de hornaguera de Saarbruk, se ven ciento veinte lechos de carbon superpuestos, sin contar un gran número de otras capas de menos espesor, cuya potencia no escede de un tercio de metro; y asimismo, que hay lechos de carbon de piedra de 10 metros y aun de 16 de potencia, como por ejemplo, en Jonoton (Escocia) y en Creuzot (Borgoña), al paso que los árboles que cubren una superficie dada en los bosques de nuestras zonas templadas, formarian apenas en cien años sobre esta superficie una capa de carbon de 16 milímetros de espesor (27). Cerca de la embocadura del Misisipí, y á orillas del mar glacial, donde el almirante Wrangel ha visto y descrito las montañas de madera, hállanse todavía montones considerables de troncos de árboles acarreados por los rios y por las corrientes del mar; estas capas de madera flotante pueden dar una idea de lo que ha debido ocurrir en las aguas interiores y en las bahías insulares del mundo primitivo. A lo que se agrega, que las capas carboníferas deben una parte considerable de la materia de que están formadas, no a grandes árboles, sino á masas de césped y arbustos ramosos y de pequeñas criptógamas.

Acabamos de decir que las palmeras se encuentran reunidas con ciertas coníferas en el terreno hullero, asociacion que se reproduce en todas las formaciones y se continúa buen trecho en el período terciario. En la actualidad parecen que huyen las unas de las otras. Estamos de tal modo acostumbrados, aunque sin razon, á considerar las coníferas como esencialmente propias de las regiones sep-