tigaciones recientes de Reich, hechas con la balanza de torsion, han fijado la densidad media de toda la Tierra en 5,44, tomando por mitad la del agua pura. Ahora bien: segun la naturaleza de las rocas que componen las capas superiores de la parte sólida del globo, la densidad de los continentes es apenas de 2,7; y por consiguiente la densidad media de los continentes y de los mares no llega á 1,6. Véase, pues, cuánto deberá ir creciendo hacia el centro la densidad de las capas interiores, bien sea por la presion que esperimentan, ó bien por la naturaleza de sus materiales. Nueva razon que añadir á las que han hecho dar al péndulo vertical u horizontal, el nombre de instrumento geognóstico.
Muchos físicos célebres, colocados en puntos de vista diferentes, han deducido de este resultado conclusiones diametralmente opuestas acerca del interior de nuestro globo. Háse calculado á cuánta profundidad deben adquirir los líquidos, y aun los gases, mavor densidad que la del platino ó el iridio; y despues, para armonizar la hipótesis de la compresibilidad indefinida de la materia con el valor fijo del aplanamiento, reducido ya hoy á límites muy aproximados entre sí, el ingenioso Leslie se ha visto en la necesidad de presentarnos el interior del globo terrestre como una caverna esférica «llena por un fluido imponderable, pero dotada de una fuerza de espansion enorme.» Tan aventuradas concepciones dieron orígen bien pronto á ideas aun mas fantásticas, en espíritus verdaderamente estraños á las ciencias. Llegóse á suponer que crecian plantas en aquella esfera hueca; poblósela de animales; y para disipar las tinieblas, díjose que circulaban en ella dos astros: Pluton y Proserpina, Estas regiones subterráneas fueron dotadas de una temperatura casi igual, y de un aire siempre luminoso á causa de la presion que esperimenta (olvidóse sin duda la existencia de dos soles colocados allí para ilu-