estas capas dislocadas, repuestas, dobladas en todos sentidos por presiones contrarias, ó por los esfuerzos de los agentes volcánicos, lleva á comparar la época actual con las anteriores; á combinar los hechos segun las reglas mas simples de la analogía; á generalizar las relaciones de estension, y las de las fuerzas que se ven todavía en actividad. Así ha salido tambien de la vaga oscuridad en que ha yacido la geognosia, totalmente desconocida hace cincuenta años.
Háse dicho que los grandes telescopios nos habian dado á conocer el interior de los demás planetas, mas bien que su superficie: la indicacion es exacta, si se esceptúa la Luna. Merced á los admirables progresos de las observaciones y de los cálculos astronómicos, pésanse los planetas; se miden sus volúmenes, y determínanse sus masas y sus densidades con una precision siempre creciente; pero quedan ignoradas, por el contrario, sus propiedades físicas. Solo en la Tierra, merced al contacto inmediato, estamos en relacion con los elementos que componen la naturaleza orgánica y la inorgánica; los cuales, combinados y transformados de mil maneras, ofrecen á nuestra actividad el alimento que le conviene, asignan un fin á nuestras investigaciones, abren ancho campo á nuestras indagaciones, y el espíritu humano, fortificado en esta lucha contínua, se eleva y se engrandece con sus conquistas. Así el mundo de los hechos se refleja en el de las ideas, y cada gran clase de fenómenos viene á ser, á su vez, objeto de una nueva ciencia.
En la de la tierra encuentra el hombre la superioridad de accion que resulta de su posicion misma sobre la superficie del globo. Hemos visto cómo la física del cielo, desde las lejanas nebulosas hasta el cuerpo central de nuestro sistema, está limitada á las nociones generales de volúmen y de masa. Allá, nuestros sentidos no pueden percibir rasgo alguno de vida, y si se han aventurado al-