tre sí, ó invariablemente ligados, los satélites de Urano por el contrario, se mueven del Este al Oeste y en planos situados casi perpendicularmente á la eclíptica. Las observaciones que sir John Herschell ha hecho durante muchos años, confirman plenamente estas singularidades. Si los planetas y sus satélites se han formado por la condensacion de las atmósferas primitivas del Sol y de los planetas principales; si estas atmósferas se han dividido sucesivamente en anillos fluidos animados por un movimiento de rotacion, preciso es que se hayan producido de una manera desconocida efectos de retraso ó de reaccion muy enérgicos, en los anillos de Urano, para que los movimientos del segundo y cuarto satélite se efectúen en sentido inverso á la rotacion del planeta central.
Es casi seguro, que cada satélite dá una vuelta completa sobre su eje en el mismo tiempo que emplea en su revolucion sideral alrededor del planeta á quien sigue; de donde se deduce que el satélite debe siempre presentar la misma cara al planeta. En realidad, estos dos períodos no pueden ser rigorosamente idénticos, por razon de las desigualdades periódicas de la revolucion sideral; tal es la principal causa de la oscilacion aparente, es decir, de una especie de balanceo que en nuestra Luna llega á muchos grados de longitud y latitud. Asi es como descubrimos sucesivamente algo mas de la mitad de la superficie de nuestro satélite, hallándose la parte nuevamente visible, ya al Este, ya al Oeste del disco aparente. Estos pequeños movimientos oscilatorios, y otros del mismo género que se manifiestan hácia los polos, dejan ver mejor en ciertas épocas partes interesantes, tales como el circo de Malapert que oculta á veces el polo austral de la Luna, las regiones árticas que rodean el cráter de Gioja, y la gran llanura pardusca, situada cerca de Endimion, cuya estension escede á la del Mare vaporum (41). Sin embargo, los 37 de la superficie