queños y los menos visibles de todo nuestro sistema solar; los telescopios mas graduados no bastarian si además no se saben escoger las circunstancias mas favorables para observarlos. Por otra parte, los discos aparentes de todos estos satélites, son tan estremadamente pequeños, que la determinacion de sus dimensiones reales no puede obtenerse sino por medidas micrométricas, que ofrecen todo género de dificultades; felizmente la astronomía calculadora, que representa por números los movimientos de los astros, tales como se aparecen al observador colocado en la tierra, tiene menos necesidad de conocer con exactitud los volúmenes, que las masas y las distancias.
De todos estos planetas secundarios, el sétimo satélite de Saturno es el que mas se aparta de su planeta central. Dista de él unos 333 mil miriámetros próximamente, casi el décuplo que la Luna de la Tierra. El último satélite de Júpiter está á 19,300 miriámetros dé su planeta central; verdad es que el sesto de Urano, distaria 252,000 miriámetros, si estuviera bien comprobada su existencia. Para acabar de poner de relieve estos singulares contrastes, comparemos ahora el volúmen de cada planeta central con las dimensiones de la órbita que recorre su último satélite. Las distancias de los últimos satélites de Júpiter, Saturno y Urano, espresadas en radios de sus planetas centrales respectivos, son entre sí como 91, 64 y 27; en cuyo caso el sétimo satélite de Saturno apenas dista del centro de este planeta, lo que la Luna del centro de la Tierra, pues la diferencia no escederá de 113. El satélite mas aproximado á su planeta central es sin duda el primero de Saturno, que nos ofrece además el ejemplo único de una revolucion entera verificada en menos de veinticuatro horas. Su distancia, espresada en semidiámetros de Saturno, es de 2,47, segun Mædler, que vienen á ser 14,857 miriámetros, reduciríase á 8,808 miriámetros si se la contase á partir de la superfi-