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Bríjida Agüero y Agüero.

Murió tan jóven, tan jóven,
¡Tan triste, tan sin ventura!

J. J. Palma.



Dios ponga en nuostros lábios al pronunciar el dulcísimo y querido nombre de esta sentida poetisa, toda la santa elocuencia de Bossuet, para remontar el corazon y el pensamiento de los que nos escuchan hácia el cielo, donde sin dudu alguna debe habitar, porque ella era un ángel encarnado en la forma de una mujer.

Quisiéramos, al hacer resonar de nuevo su nombre en el mundo, que fuera nó con la voz y algazara de la agitacion que reina en él, sino así como una queja inarticulada, vaga como un ensueño; pero sin que á ese culto de nuestra ternura se mezclasen las palpitaciones de la vida, sino la piedad de que se reviste su recuerdo inmortal.

Ni que al trazar lijeramente un diseño de su ser y sus hechos en estas pobres pájinas, escritas mas bien con el corazon que con el dietàdo del pensamiento, pueda el génio del bien que parece estiende sus alas sobre la blanca y modesta tumba en que duerme, inclinar mústia la frente temiendo sea profanada.

Aunque ahora la despojemos de su mortuoria veste, y tratemos de animar su sombra con el recuerdo de los dias en que como unia aparicion lució en el suelo, no por eso perderá