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LITTERA

Sin embargo, hay una última cosa de la que depende en gran medida la salvación de las Indias: queremos que vosotros, Venerables Hermanos, y todos los que aman la humanidad y el nombre cristiano, prestéis la máxima atención a este problema. La fe católica en la India no estará segura, y su propagación será incierta mientras no exista un clero elegido entre ‘’los indígenas’’, adecuadamente instruido en los deberes sacerdotales, que no sólo pueda ser de ayuda a los sacerdotes extranjeros, sino que él mismo pueda administrar correctamente los asuntos religiosos en sus propias poblaciones. Se recuerda que esta misma opinión tenía Francisco Javier, quien solía decir que la religión cristiana no podría establecerse definitivamente en la India si no había sacerdotes piadosos y decididos nacidos en la India. Se muestra con claridad que había visto agudamente esta cuestión. En realidad, quienes vienen de Europa encuentran muchas dificultades, sobre todo por el desconocimiento de la lengua local, cuyo significado es muy difícil de entender; igualmente la diferencia de hábitos y costumbres, a las que uno no se acostumbra ni siquiera después de mucho tiempo; así es inevitable que los clérigos europeos permanezcan allí como en un lugar extraño. Por esta razón es evidente que a la población le cuesta creer a los extranjeros y que en el futuro el trabajo de los sacerdotes indígenas puede ser mucho más fructífero. Pues ellos conocen las tendencias, las prácticas y las costumbres de su gente; saben el momento de hablar y de callar. Por último, los indios deambulan entre los indios sin sospecha alguna: lo que es especialmente útil en tiempos críticos.

Además, hay que considerar que los misioneros extranjeros son muy pocos para cuidar de las comunidades cristianas que existen actualmente. Esto se desprende de las estadísticas misioneras: confirman cómo las Misiones Indias siempre piden a la Sagrada Congregación[a], nuevos herlados del Evangelio y no dejan de insistir. En verdad, si incluso ahora los sacerdotes externos son insuficientes para la educación cristiana, ¿qué pasará en el futuro con el aumento del número de cristianos? Y no hay esperanzas de que el número de los enviados por Europa crezca proporcionalmente. Por tanto, si queremos velar por la salvación de los indios y consolidar el nombre cristiano en esa inmensa región con la esperanza del futuro, es necesario elegir entre los indígenas a quienes cumplan la misión sacerdotal después de una diligente preparación.

En tercer lugar, no debemos callar lo que ahora no está presente, pero que, sin embargo, en algún momento pude suceder:
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