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Acta Apostolicae Sedis - Comentario Oficial

Ahora, todo el secreto de esta filosofía radica en lo que los llamados bienes de la vida mortal son meras similitudes del bien, y por lo tanto no es con su disfrute que se puede formar la felicidad humana. En la fe de la autoridad divina, es tan lejos que las riquezas, la gloria y el placer nos traen felicidad, de hecho, si realmente queremos ser felices, debemos, por el amor de Dios, renunciar a ti: Bienaventurados los pobres ... Bienaventurados los que lloráis ... Bienaventurados cuando los hombres os odien, cuando os expulsen y os injurien, y proscriban vuestro nombre como maldito[1]. Es decir, a través de los dolores, las desgracias, las miserias de esta vida, si, como es nuestro deber, las soportamos con paciencia, nos abrimos a nosotros mismos la oportunidad de poseer esos bienes verdaderos e imperecederos, que Dios tiene preparado para los que lo aman[2]. Pero una enseñanza tan importante de la fe desafortunadamente es descuidada por muchos, y por muchos es completamente olvidada. Depende de ustedes, Venerables Hermanos, revivirlo en los hombres: sin este hombre y la sociedad humana nunca tendremos paz. Entonces, digamos a los afligidos o desafortunados, que no detengan la vista en la tierra, que es un lugar de exilio, sino que la eleven al cielo, a la cual somos dirigidos; porque no tenemos una ciudad estable aquí abajo, pero estamos buscando la futura[3]. Y en medio de las adversidades, con las cuales Dios prueba su perseverancia al servirle, a menudo reflejan qué premio les está reservado, si salen victoriosos de esta prueba: De hecho, el peso momentáneo y ligero de nuestra tribulación nos da una gran cantidad eterno de gloria'[4]. Por último, esforzarse con cada poder y cada actividad para hacer que la fe en las verdades sobrenaturales florezca entre los hombres, y al mismo tiempo la estima, el deseo, la esperanza de los bienes eternos, sean la primera de sus misiones, Venerables Hermanos, y El objetivo principal del Clero y también de todos nuestros niños que, unidos en varias asociaciones, trabajan celosamente por la gloria de Dios y el verdadero bien de la sociedad.

  1. Lc 6, 20-22.
  2. 1 Co 2, 9.
  3. Hb 13, 13.
  4. 2 Co 4, 17.