unas 38.000 vibraciones por segundo, según los experimentos de Desprez. Admitiendo estos resultados como exactos, el oído abarcaria una extensión de 11 octavas; pero prácticamente no se emplean en música sonidos que bajen de 40 vibraciones por segundo, ni que excedan de 4.000, lo que equivale à 7 octavas próximamente.
La luz, que, como el sonido, es el resultado de un movimiento vibratorio obrando sobre un nervio de sensibilidad especial, el nervio óptico, tiene también sus límites que corresponden á la luz roja, comparable al límite inferior de los sonidos graves, y la luz violada, que tiene su analogía con los más agudos. Las vibraciones más lentas producen calor, pero no sensación luminosa, y las más rápidas se llaman radiaciones ultravioladas ó químicas, por la propiedad que poseen de determinar combinaciones y descomposiciones químicas, además de manifestarse por otra série de fenómenos, tales como la fosforescencia y fluorescencia, debidas à su transformación en vibraciones luminosas menos rápidas, por la acción de ciertos cuerpos, como el diamante, sulfuro de calcio, sulfato de quinina y otros, que se llaman, por poseer estas propiedades, fosforescentes ó fluorescentes.
La relación entre el número de vibraciones que producen la sensación de luz roja y las que corresponden á la violada, es poco mayor que la de uno es à dos; lo que en lenguaje musical se expresa diciendo que comprenden poco menos de una octava.
CAPÍTULO III.
Propagación del sonido.
Conocida la natu raleza del sonido y estudiados sus caracteres diferenciales, vamos à ocuparnos del mecanismo de su propagación en los medios isótropos ó de igual densidad en toda su masa (homogéneos) y la misma elas-