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xxx ACIAS DEL CABILDO DE BUENOS AIRES

cidos antes se habían alzado á los campos Ó habían muerto, comenzó el Cabildo y el vecindario á suplicar al Rey que les restableciese las licencias para in- troducir negros que se le habían suspendido á Pe- dro Gomez Reyral en 1609 por ser medio de con- trabando en los buques que los traían.

Las quejas por la destrucción de los indios, to- caron el corazón de las autoridades del Perú, y fué despachado para que investigase y remediase el asunto, en calidad de Visitador General, el Oidor de Charcas Don Francisco de Alfaro: sujeto de campa- nillas y de grande autoridad personal en su esfera.

Como se verá en las actas de este volumen, el Cabildo salió á recibirlo en el Luján y le hizo so: lemne acogida en la ciudad.

El resultado de la visita fueron las renombra- das Ordenanzas de Alfaro, por las que se declaró suprimido el servicio personal y las encomiendas de Indias; y decimos se declaró, porque apenas re- gresó este magistrado á su puesto, sus ordenanzas quedaron ahí como letra muerta.

No solo de esto vino'Alfaro encargado sino tam- bién de inspeccionar el estado de las cajas y alma- cenes reales; de conocer en las quejas contra jueces, gobernadores y empleados; y principalmente de ave- riguar de cómo se llevaba y cumplia lo relativo á las licencias de permisión para navegar buques. Anduvo Alfaro viéndolo todo por esta provincia su- balterna en 1611, y por la del Paraguay. A lo que parece, se convenció con ánimo justo y bien inspi- rado de que Buenos Aires y Córdoba tenían gran- de interés y necesidad de navegar los frutos de sus campos, y sobre todo sus faenas de cecina, sebos y corambre de sus ganados, y en consecuencia .auto-