DB JULIO
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— Pues San Martín ha recibido esta mañana un anónimo.
— ¡Un anónimo! eso sí que es grave.
— Sandeces...
— Un anónimo del Pardo... pero me han de prometer ustedes de decirlo á nadie.
D. Primitivo aizaba el dedo como un predi- } cador que exhorta á la penitencia.
—A nadie absolutamente.
— Una carta del Pardo en que se le dice que mañana, 7 de Julio, á la madrugada atacarán los Guardias á Madrid por tres puntos distintos, por la Puerta del Conde- Duque, por...
Las risas no dejaron concluir al Sr. Cordero*
— Hombre de Dios, usted sueña.
— Lo más que se les puede exigir á esos cobardes es que se dejen atacar en el Pardo.
— [Es claro; pero venir ellos acá!...
— ¡Bonito genio tenemosl Una cosa es seducir á ese confiado Rey, y otra atacar á la Milicia.
La gente templada de aquellos días no consideraba á Fernando VII autor de la sublevación de los guardias. Suponíanle mal aconsejado, engañado, seducido por los facciosos. Sus antiguos epítetos gloriosos de Deseado y Suspirado, los trocó entonces Borbóu por otro que se le aplicaba constantemente. Decían entonces: el seducido Monarca, nuestro seducido Fernando.
— Basta de engañifas y especiotas—dijo Don Benigno disolviendo el grupo.—Es de noche» señores: cada cual á su puesto.
Sonó el ronco estrépito de la retreta.