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VÍCTIMAS DEL CHIC
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nesa de Pessac, sino tomarla y presentarla tal cual es. Era muy guapa y lo sabía bien á juzgar por su actitud que era una pose perenne, tan familiar en ella, que á solas en su tocador había de poser delante de su espejo. Eso que su llama pose es un achaque muy común en que cada uno cree llamar la atención estudiando su actitud, sus gestos, sus miradas para producir efecto, como si fuera natural. Joven, soltera, osada y sin escrúpulos, quiso disputarle á una rival en belleza y posición al hombre que tenía á sus pies, y á esa satisfacción de amor propio añadir una buena expeculación casándose con él. Obtenido ese ruidoso triunfo, satisfecho su amor propio y envidiada su nueva posición, ya no conoció freno para domar sus pasiones, á las que dió rienda suelta en medio de una sociedad que en vez de castigarla, la convidaba y la acogía como ornamento indispensable de toda fiesta chic. Viuda poco tiempo después, menos reparo ni escrúpulo encontraron sus vicios y el cinismo con que los ostentaba, que no la impidieron casarse segunda vez, por pura conveniencia material, lo que prueba que siempre se encuentran hombres imbéciles ó fatuos que se deslumbran con el oropel de las mujeres á la moda sin curarse de la