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JOSÉ MANUEL HIDALGO.

repente una morada sombría. Virtuosa de suyo, educada en la santidad y el ejemplo del Sagrado Corazón, con asombrosa inteligencia para comprender las serias y profundas lecturas piadosas que cotidianamente hacia, como llena de celo para practicarlas, había llegado á una exaltación religiosa, á un deseo de alcanzar la misericordia divina para sí y para los que creía en pecado, que pasaba la vida en la oración, en ayunos, y aun se daba disciplinazos, lo que nadie sabía.

Una vez que, con su cara hermana, discurría sobre los pecados mundanos, le dijo Zoé que hasta ella habla llegado que una gran pecadora muy mundana se complacía públicamente en declarar que para ella era muy divertido el pecado mortal (1), y esto la hizo tan penosa impresión, que se propuso mentalmente consagrarla sus preces y penitencias.

Yolande no comprendía aun que la felicidad de esta vida, que tiene en la otra eterna recompensa, consiste en la conciencia tranquila, que no puede dar á una mujer sino la pureza de su conducta, para verse libre de sustos y peligros, de zozobras y