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JOSÉ MANUEL HIDALGO.

dignidad callada de las razas que usted justamente pregona. He visto también los pergaminos de los Renfijo, no llevan títulos ni lo necesitan ya los que atestiguan con la historia que hace tantos siglos eran sus ascendientes preclaros infanzones y algunos fueron continuos[1] ; añadiré que si las prendas del corazón y de la inteligencia de Mercedes, las hubiese encontrado en una de las más humildes y desconocidas familias del estado llano, de ahí la habría sacado triunfante, porque también es criatura de Dios cual nosotros, como se saca el diamante de la arcilla que lo cubre!

La madre é Irene le miraban con ternura ; el Marqués escuchaba con los ojos bajos, aplaudiendo en sus adentros tan bellos sentimientos; pero dominado siempre por sus ideas y por su amor propio, permanecia inmóvil.

Viendo Sylvain que todos escuchaban con deferencia, concluyó así:

-Ya ve usted, padre mio, que nada hay aquí de novela, ni de eso que se llama <<fin de siglo», que

  1. Los que componían el cuerpo de los cien continuos, que antiguamente servían en la casa del rey para la guardia de su persona y custodia del palacio.