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VÍCTIMAS DEL CHIC.

cerla. Apelar á esa costumbre poco ejemplar de los países de raza española, á la tradicional cartita confiada á la criada y aun al aguador; no era posible en París; ni siquiera debía servirse del barquillero, como se le ocurrió en un momento de impaciencia; era ponerse en mal lugar.

Por otra parte, el niño alado había tocado suavemente el corazón de Zoé, y poquito á poco fué envolviéndole con sus alas. << Yo quisiera saber quienes son esos jóvenes - decía Zoé á su parienta, - deben ser españoles o italianos, más bien españoles; confieso que me gusta el moreno de los ojos negros que parecen querer comerme. Pero temo que me tome como diversión durante la música; y si es esa su intención, ya esta aviado, pues lo que es yo, no he de divertirle. ¡Si á lo menos supiéramos quiénes son! si son dignos y de miras honradas, y si la inclinación que me manifiesta ha de tener sanción: herrar ó quitar el blanco. >>

Así seguían los días, ó mejor diciendo, las tardes, hasta que el cielo fué propicio á Marcelo, quien al ver á un joven francés, más bien conocido que amigo, que se había parado á hablar á esas damas, se acercó y de sopetón dijo!- <<¿Quiere usted hacernos

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