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JOSÉ MANUEL HIDALGO.

bien que su verdadera elegancia estuviera en la distinción de su persona. Al entrar hizo una reverencia á aquellas señoras, y se dirigió á la anciana que la había convocado, agradeciéndola en breves y corteses frases de que hubiese pensado en ella para obra tan meritoria. Le presidenta le dió la mano y la presentó á las otras damas, que se la tendieron con cortesía. No tomó la iniciativa en nada, respondió breve y acertadamente, y aceptó la parte que se le encomendó, dejando excelente impresión al retirarse.

Hizo luego visitas á las damas de la Junta, en compañía de su marido, á quien presentó y fué muy bien acogido.

Las relaciones aumentaron necesariamente, sin que por su parte hubiera un apresuramiento de mal gusto; pero había tal dignidad en el agrado que mostraba por la acogida con que iba siendo recibida, que se ganaba en seguida todas las voluntades.

IV

Así, casi sin quererlo, fué cobrando tal autoridad, se encontraba tanto placer en su trato, hacia los ho-