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VICTIMAS DEL CHIC.

cesaran en el escándalo y se salvaran para siempre.

Cuando el alma llega á esos estremecimientos en que la reflexión cristiana, que trae la confesión del honor perdido, le vuelve la luz de la verdad olvidada con el terrible azote del remordimiento, no siente ni se enmienda á medias, y se entrega con todas sus fuerzas á la expiación, sin llamar sacrificios á lo que puede volverle la calma en espera de la eterna. Yolande sintió, pues, un desprecio profundo por las galas y los placeres del mundo que la habían perdido, y pudo contemplar en toda su plenitud, sus pasiones y miserias de que no había querido oír hablar siquiera, para no turbar sus vanidosas alegrías

El primer pensamiento, al empezar su expiación, fué para su madre, y recordando sus ruegos, fué á pasar unos días en el convento, en donde la soledad, el ejemplo de la virtud y las preces el día y la noche en la casa de Dios, darían desde luego testimonio de su sinceridad. Pero tenía también la idea de retirarse de París para siempre; y antes de ir al convento, vendió sus muebles en el Hotel des ventes, que es lo mismo quedar por veinte lo que ha costado ciento. Con eso y con lo que quedaba, pagadas sus deudas, reunió quinientos mil francos, que producían veinte